Conclusión.


Hemos llegado al final de nuestra coyuntura, que con el pasar del tiempo ha cambiado y con ella nuestra perspectiva sobre el Arte y la Cultura. Gracias a nuestros análisis basados en la información que recogimos a lo largo del semestre, hemos corroborado muchas de las visiones que teníamos sobre la coyuntura en un principio, así como también nos hemos dado cuenta que muchas de estas perspectivas iniciales no correspondían a la realidad. A continuación pretendemos dar una idea de cómo ha evolucionado nuestra forma de ver el Arte y la Cultura en la ciudad de Bogotá. 

En un principio, y ciñéndonos un poco a los planteamientos del Distrito, que conciben el arte y la cultura como un espacio de conflicto, planteamos en nuestra primera bitácora que existe un aparente choque que involucra a tres sectores que son: el Distrito, los grandes productores privados de entretenimiento y los promotores y productores independientes de arte y cultura. Así mismo, esbozábamos que a pesar de existir tres actores, en realidad, el Distrito propicia el escenario idóneo para que los grandes productores de entretenimiento reciban grandes ganancias y a su vez, implemente un modelo de mercantilización del arte y la cultura, donde los sectores más vulnerables de la ciudad quedan excluidos de esta coyuntura, mientras que los productores y promotores independientes en un afán por rescatar el valor intangible del arte y la cultura, creando espacios que se encuentran al margen de la mercantilización y banalización del arte y la cultura, y asimismo sean accesibles para toda la población bogotana. 

Con el transcurrir de las semanas y la recolección y análisis de la información, nos fuimos dando cuenta que en realidad los actores en conflicto no se comportaban tal como lo plasmamos en nuestra bitácora inicial. Los grandes productores de la industria del entretenimiento tal como lo esperábamos, dedicaron sus esfuerzos a producir ganancias y no, a dar un trasfondo significativo al arte y la cultura. Sin embargo el Distrito a pesar de prestar y promover espacios para la mercantilización del arte y la cultura, parecía tener otra faceta en la cual, los elementos que encontramos en nuestra coyuntura, podían ser usados como catalizadores de una transformación social; así con iniciativas como convocatorias y becas para diferentes sectores sociales que apoyan la difusión del arte y la cultura y eventos de carácter gratuito o muy bajo costo que incentivan la participación de la ciudadanía en la coyuntura, el Distrito y entidades como Idartes, comenzaban a desdibujarse como entes que propiciaban la banalización del arte y la cultura. Por otra lado, gracias a nuestros acercamientos a campo que trataban de caracterizar las diferencias entre los espacios distritales y los espacios independientes, pudimos dar cuenta de que los productores y promotores independientes en la realidad se alejan de su fin que se basa en hacer del arte y la cultura una herramienta útil para la construcción de la sociedad y que a su vez expandiera en las diferentes capas sociales incluyendo a los sectores más marginados. 

Al concluir nuestro análisis de la coyuntura, pudimos construir una visión más cercana a la realidad acerca de cómo funciona el arte y la cultura en la ciudad de Bogotá. Si bien, tal como se planteó en un principio, creemos que sí existe un conflicto alrededor esta temática, los principales actores que participan en éste, no se comportan necesariamente como lo proyectamos inicialmente. En cuanto al Distrito, si bien es innegable su participación en espectáculos que pueden tener precios prohibitivos y que no trascienden la esfera de lo lucrativo, son más las iniciativas que le apuntan a la difusión del arte y la cultura como elementos de transformación social, y que propician la participación de todas las capas sociales de la ciudad. En el caso de los sectores independientes, aunque pretenden generar espacios que difundan los elementos artísticos a una gran parte de la sociedad, sus acciones quedan encerradas dentro de su misma capa social, que por lo general son los estratos socieconómicos más altos, generando así que la mayor parte de la población no se haga participe de sus actividades artísticas y culturales. La gran industria del entretenimiento se sigue comportando como siempre lo ha hecho. 

En conclusión, esperamos que como sucedió con nosotros, las perspectivas sobre el arte y la cultura en la ciudad de Bogotá se hayan hecho más amplias y acordes a la realidad, ya que en todos los espectáculos, eventos, convocatorias y demás, existen dinámicas sociales que sólo se pueden entender si se realiza un seguimiento constante de estos hechos. La experiencia de hacer este seguimiento ha sido gratificante y ha servido para que ,a partir de los análisis, construyamos nuestra propia visión sobre el contexto bogotano.








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